Lecciones de Vida

Alejandro "Coco" Legrand: "El humor es un modo de vida"

"El humor es la mejor herramienta para tener una visión distendida de la realidad. Cuando vives desde el humor, vas de la mano con la jovialidad y eso te va a servir para ser apreciado por los demás", asegura en sus lecciones de vida.

Por: Isabel Ovalle | Publicado: Domingo 16 de agosto de 2020 a las 04:00 hrs.
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Nada ha sido fácil. Hoy día no estamos en una era de cambios. Cambió la era. Todo es distinto hoy. De haber sido hijos de la prosperidad, hoy somos huérfanos de la inseguridad. Todo cambió. Y, de un modo inesperado.

El humor es la mejor herramienta para tener una visión distendida de la realidad. Cuando vives desde el humor, vas de la mano con la jovialidad y eso te va a servir para ser apreciado por los demás. Lo contrario del humor es un hipocondríaco, un creador de falsos dramas, un exagerado, un ritualista, todos esos personajes son seres que de algún modo siempre van a tensionar los momentos. El humor es un modo de vida que con el paso del tiempo se transforma también en felicidad.

Por ejemplo, 8 de marzo acompañé a mi mujer a la marcha 8M y ahí decidimos cambiar los roles en la casa y los hicimos a través de un “Acuerdo por la Independencia”.

A los pocos días nos encerraron por el coronavirus, retomamos el tema y furiosa me dice: “¿Quieres que te sea franca huevón? Me tiene harta esto de estar encerrada la casa: me embrutece, me envejece y nadie me lo agradece”. Mi “esposita”, como le digo yo, es ingeniera civil hidráulica y ahora sale temprano y llega tarde. No creas que ha sido fácil.

El estallido social no se provocó por los $30 del Metro, ni tampoco por los treinta años de gobiernos intermitentes. Más bien siento que han sido los más de 500 años de conquistas basado en el poder de las armas. Y sumándole a eso la obligación de nuevas creencias religiosas. Creo que eso causó una herida profunda. Y luego eso se viralizó a través de las redes sociales, mostrando toda la mugre que hemos sido capaces de esconder debajo de nuestra alfombra. No solamente polvo, hipocresía, egoísmo y mucha, pero mucha estupidez.

Después que pase todo esto vamos a conocer a un hombre diferente, un ser humano nuevo. De habernos creído seres desarrollados e inteligentes, tecnológicos además de conquistadores, ahora nos percibimos como personas vulnerables. Tenemos miedo a la enfermedad, a la muerte, a la cesantía, a la escasez y miedo al futuro.

Lo del coronavirus merece todo tipo de análisis. Una partícula que hasta ahora es invencible e invisible, produjo algo mágico: hoy nos protegemos del contagio albergándonos en nuestros propios hogares, manteniendo un mínimo de contacto con nuestros seres queridos.

Este bicho nos ha hecho volver a nuestro centro, el hogar. Habitamos también en una nueva dimensión del tiempo y del espacio, con días que son interminables, sin agendas laborales determinadas y sin saber qué hacer.

Los que trabajamos en espectáculos, estamos obligados a modificar nuestro modo de servicio al público. Empezaremos a trabajar exclusivamente desde nuestros hogares. En esto me han ayudado mi hijo mayor que es ingeniero civil industrial y máster en transformación digital, y mi hija que es diseñadora. Junto a ellos inauguraremos la primera plataforma que nos va a permitir mostrar shows de última generación, como Viejos de mierda.

Todo lo que sucede hoy me ha llevado a pensar que debo lograr hacer un museo del humor. Quiero hacerlo en Valparaíso como un modo de agradecer a la Quinta Región, que es la que me vio nacer como humorista. Ese proyecto está frenado. Así que por mientras me estoy enfocando en mi libro. Fue un trabajo costoso, pero que me identifica y que quiero dejar como registro. En él  hay 50 años de trabajo en este oficio, al que yo describo como mi vicio.

Yo no milito en política, porque me limito. Si bien la democracia no es un sistema perfecto, lo absurdo sería renunciar a sus mieles. Pero no estoy dispuesto a tragarme sus hieles. Y para ser franco, no sé si votar porque hasta el momento veo que hay muchas cosas por hacer.

A estas alturas de mi vida he descubierto por qué nos llamamos chilenos: Chile-no. Somos los únicos seres vivos que afirmamos con una negación, “¿no es cierto?” Me parece ridículo que nos llamemos chilenos, porque si nos representa un huemul y un cóndor, sería más fácil que nos llamemos “hueóndors”

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